Murakami (I)
Murakami (II)
Murakami (III)
Murakami (official site, en inglés)
Y os ofrezco también un artículo sobre la relación de Murakami con occidente:
LOS RASGOS DE LA GLOBALIZACIÓN EN LA LITERATURA DE HARUKI MURAKAMI
19 noviembre, 2013
Por Marcos Kirschstein
La velocidad a la que gira el planeta parece ir disminuyendo
frente a lo rápido que las informaciones se comparten. Ya no hay lugar para la
expectativa que producía la llegada del correo y las cartas de los seres
queridos que viven lejos, todo se encuentra ahora a una pantalla de distancia.
En este mundo “globalizado”, en cualquier lugar del planeta
puedes hallar exactamente los mismos productos en tiendas que mantienen
formatos idénticos, ya te encuentres en Caracas, París o Seúl. A simple vista,
esta uniformidad es expresión de que a todos llega por igual “el progreso”.
Pero, ¿qué ocurre en casos como el de la literatura de otras culturas
diferentes a la Occidental cuando entran en contacto con la globalización?
Frente a esta pregunta, me parece que a veces la
globalización solo trae contaminación al estilo propio de cada cultura. Este es
el caso de Haruki Murakami, un escritor japonés de fama bastante extendida por
occidente, quien suele usar estilos y referencias que, a pesar de girar en
torno a temas propios de la cotidianidad japonesa, posee un discurso que se
presenta plagado de referencias mixtas. Entendiendo mixto como la mezcla entre
elementos tradicionales de la cultura japonesa y otras referencias externas,
como por ejemplo En busca del tiempo perdido, la obra fundamental del escritor
francés Marcel Proust, quien es uno de los pilares de la literatura moderna en
occidente.
En los libros de Murakami nos encontramos con este tipo de
referencias híbridas entre ambas culturas y, en muchas ocasiones, facilita la
comprensión de las situaciones y descripciones de los espacios en los que se
mueven los personajes, por lo menos para nosotros que, por mucho o poco que
conozcamos de la cultura japonesa, seguimos siendo extranjeros.
Pero no se debe pensar en Murakami como un escritor perfecto
por ese estilo amigable para el lector foráneo. Dentro de su país, sus libros
suelen ser tomados como piezas muy contaminadas por la influencia occidental y
no es considerado ni siquiera como uno de los mejores escritores de la
literatura japonesa contemporánea. De hecho, hay otros escritores que por
mantenerse alejados de esas “contaminaciones” occidentales gozan de más respeto
y prestigio dentro del mercado interno de literatura en Japón, como por ejemplo
Akutagawa, quien fue un escritor de finales del siglo XIX y hasta la década de
los años 20 del siglo pasado, dedicado principalmente al relato corto.
No pretendo decir con esto que leer a Murakami resulte un
camino equivocado si se quiere tener contacto con la escritura de ficción
japonesa. Por el contrario, es justamente su combinación de culturas un
elemento que permite la fácil comprensión de todas las situaciones en las que
puede verse envuelto el personaje, sin la necesidad de ir a consultar al dios
Google-que todo-lo-sabe.
¿Y de qué van sus libros? Bueno, para hacer el cuento corto
y como es más o menos el tema general de sus obras, les digo que siempre nos
vamos a encontrar con un conflicto de carácter existencial en sus personajes
principales.
Tomemos por ejemplo su obra Kafka en la Orilla, publicada en
2002. El conflicto de la historia principal es la de un muchacho que, al estilo
de la tragedia griega (volvemos a tropezar con un elemento occidental) lucha
contra la maldición de su destino. Y es esta evasión la que lo relaciona con
los otros personajes principales y secundarios, quienes son los epicentros de
las otras historias complementarias, que finalmente se conjugan en el mismo
final.
En resumen, encontramos en la figura de Murakami una roca
que está situada en el centro de muchas corrientes. Un estilo que se ha dejado
teñir por las influencias que han llegado al Japón desde Estados Unidos
principalmente, pero manteniendo rastros y elementos importantes de la cultura
milenaria que ese país posee.
Murakami desarrolla una tendencia diferente, mezcla de ambas
cosas, no es un estilo puramente japonés pero tampoco es una traducción de las
costumbres occidentales para introducirlas en el día a día de los personajes
japoneses. Lo único cierto es que no se puede perder la oportunidad de leer las
obras de Haruki Murakami. Él es una ventana al mundo de la literatura japonesa
que mantiene las referencias que nos son familiares en este lado del mar.
(Extraído de: Murakami (IV)
Haruki Murakami: entre oriente y occidente
Por Antonio Garrido Domínguez
Para empezar, cabe decir que Murakami construye mundos de la
más diversa índole, que van de los más apegados a la realidad empírica hasta
los más alejados de ella, pasando por versiones mestizas (que son ciertamente
las más abundantes). En ellos puede encontrarse desde un realismo a lo Carver
hasta lo real maravilloso, aunque el predominio corresponde a los mundos
híbrido o diádicos, esto es, a aquellos en los que conviven con toda normalidad
lo natural y lo sobrenatural (el borrado de fronteras, en suma). En el primer
supuesto entrarían Tokio blues, Al sur de la frontera o After Dark, mientras
Sputnik, mi amor, Kafka en la orilla, La caza del carnero salvaje, Crónica del
pájaro que dio cuerda al mundo, El fin del mundo o 1Q84 responderían a las
exigencias del segundo. Como señala el autor del ensayo, la transición de lo
real a lo maravilloso/fantástico o viceversa resulta muy fluida y se efectúa
habitualmente a través de una serie de conductos muy diversos como túneles,
pasadizos, pozos, callejones, espejos, el carnero salvaje, etc. […]
Aunque constituye una dimensión fundamental de la cultura
japonesa, el simbolismo se apoya en este caso tanto en referentes orientales
–en especial, el asociado a los gatos- como occidentales: destaca el vinculado
a las grandes tragedias griegas, la búsqueda de la eterna juventud, etc. Pero
la trascendencia de lo occidental se manifiesta sobre todo en las frecuentes referencias
a la música, además de la literatura: Bach, Beatles, Beethoven, Bergson,
Borges, Carver, Chandler, Hemingway, el jazz, Kafka, Michael Jackson, Mozart,
Nietzsche, Orwell, Proust, Puig, Salinger… Este hecho ha llevado a algunos
críticos –sobre todo, japoneses- a definir a Murakami como un escritor
occidentalizado. Se trata sin duda de una calificación abusiva: Murakami,
recalca Justo Sotelo, es un autor japonés hasta la médula por mucho que maneje
–y con gran solvencia- determinados referentes de la otra parte del mundo. Su
imaginario se nutre de elementos tomados de ambas culturas.
(Extraído de: Murakami (IV)
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