Marguerite Duras, año 100
Nacida en Vietnam y fallecida en París, la novelista, dramaturga, guionista y cineasta de las mil caras, rupturas y compromisos sigue fascinando. En el centenario de su nacimiento, La Pléiade publica todos sus libros y los teatros reestrenan sus obras.
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Ayer hizo 100 años que Marguerite Duras nació en la Conchinchina. El lugar se
llamaba Gia Dinh, cerca de Saigón, en lo que hoy es Vietnam y entonces
era la Indochina
francesa. Escritora, dramaturga, guionista y directora y productora
de cine, Marguerite Germaine Marie Donnadieu fue quizá la mujer más
activa e inquieta y la autora más plural y diversa de su época, una
renovadora del teatro, la novela y el cine de su tiempo, una agitadora
política y cultural que se atrevió a romper las cadenas y las convenciones
mucho antes de que los cachorros de Mayo prohibieran prohibir.
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En plena madurez, pero siempre inquieta e insatisfecha, Duras conoció un éxito formidable: en 1984 ganó el Premio Goncourt con El amante, una autoficción sobre su adolescencia oriental que se haría todavía más célebre por su adaptación al cine. La versión de Jean-Jacques Annaud batió récords de taquilla, pero Duras renegó por completo: “No tengo nada que ver con esa película. Es un fantasma de un tal Annaud”, dijo. En 1991, reescribiría el libro con el título El amante de la China del Norte. Allí estaba su infancia, cosmopolita, colonial y precoz, transcurrida en la escuela de Gia Dinh, que dirigía su padre, Henri Donnadieu, mientras su madre trabajaba como maestra: el principio de la sensualidad, la primera regla, las primeras violaciones de las reglas, las escapadas, el río de la vida, el sexo, el arrobo… El mismo espíritu transgresor que recrearía de forma más explícita en Hiroshima mon amour, la película de Alain Resnais, que Duras escribió en 1959, con la presencia de ánimo suficiente para conectar sexo y muerte —su padre había muerto en la metrópoli cuando ella tenía siete años—.
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En plena madurez, pero siempre inquieta e insatisfecha, Duras conoció un éxito formidable: en 1984 ganó el Premio Goncourt con El amante, una autoficción sobre su adolescencia oriental que se haría todavía más célebre por su adaptación al cine. La versión de Jean-Jacques Annaud batió récords de taquilla, pero Duras renegó por completo: “No tengo nada que ver con esa película. Es un fantasma de un tal Annaud”, dijo. En 1991, reescribiría el libro con el título El amante de la China del Norte. Allí estaba su infancia, cosmopolita, colonial y precoz, transcurrida en la escuela de Gia Dinh, que dirigía su padre, Henri Donnadieu, mientras su madre trabajaba como maestra: el principio de la sensualidad, la primera regla, las primeras violaciones de las reglas, las escapadas, el río de la vida, el sexo, el arrobo… El mismo espíritu transgresor que recrearía de forma más explícita en Hiroshima mon amour, la película de Alain Resnais, que Duras escribió en 1959, con la presencia de ánimo suficiente para conectar sexo y muerte —su padre había muerto en la metrópoli cuando ella tenía siete años—.
Las fotos la traen del pasado con el cigarrillo entre las manos, menuda y esquiva, las gafas gordas de pasta. Su biografía estuvo hecha de idas y vueltas, y su obra de mundos lejanos e íntimos, muy poco transitados por la literatura, especialmente por l a literatura escrita por mujeres. Duras eligió su seudónimo en homenaje a la ciudad francesa donde vivió brevemente en los años veinte, pero enseguida su madre nómada decidió volver a Camboya, y de nuevo a Vietnam, antes de meterse a terrateniente, arruinarse y dejar a sus tres hijos en la miseria. Marguerite lograría hacer el bachillerato de Filosofía, volvió a Francia, empezó Derecho, terminó Ciencias Políticas y en 1938 se colocó de secretaria en el Ministerio de las Colonias.
Un año después, se casaría con el poeta Robert Antelme, y juntos lucharon en la Resistencia contra la ocupación nazi, aunque ella no tardaría en echarse un amante y en publicar su primera novela, Les Impudents (1943), ya con el seudónimo Duras. En 1944, su grupo de resistentes cayó en una emboscada; la heroína consiguió escapar gracias a Jacques Morland (el nombre de guerra de François Mitterrand). Antelme fue deportado a Buchenwald y Dachau. Allí lo encontraría Mitterrand en 1945, enfermo de tifus. A su regreso, Antelme escribiría un libro de referencia sobre los campos de concentración nazis, La especie humana (1947).
Duras también contaría esa etapa en su relato El dolor. La pareja se hizo militante comunista y se divorció en 1946. Duras tuvo un hijo –Jean— con su nueva pareja, el escritor Dionys Mascolo, en 1947. Antelme fue comunista hasta 1956. Duras lo dejó un año antes. Más tarde, los dos compartirían otra causa noble: la oposición a la guerra de Argelia. Antelme moriría en 1990.
Antes de eso, en 1984, Duras se encontró con Mitterrand una noche en un restaurante. Acababa de ganar el Goncourt y le dijo al presidente: “¡Ahora soy más célebre que usted!”. También dijo que nunca había mentido en un libro, y que “lo que está en los libros es más verdadero que lo que el autor ha vivido”. Según su biógrafa, Laure Adler, “Duras inventó una nueva forma de escritura cantada y hablada”. Pero inventó también una forma de vida nueva, libre, femenina y feminista, solitaria y colectiva, divertida y polémica, hecha de excesos, renuncias y libertad, de militancia y agitación.
Su historia y su obra múltiple han llegado al centenario de su nacimiento con la fuerza contenida que siempre tuvieron. Una decena de obras teatrales se representarán este año; el 13 de mayo La Pléiade publicará sus obras completas, y el Ayuntamiento de París ha organizado debates y conferencias en su honor.
Después de escribir docenas de novelas que guiaron los pasos del nouveau roman, de convertirse en una heteredoxa de la nouvelle vague y de influir en escritores y artistas de todas las disciplinas posibles, Duras se apagó el 3 de marzo de 1996, en el tercer piso de su casa del número 5 de la Rue Saint-Benoît. [....] Sobre su tumba, en el cementerio de Montparnasse, sus amantes y seguidores siguen depositando todavía hoy flores y recuerdos. En la lápida se puede leer su nom de plume, Marguerite Duras, dos fechas y sus iniciales: M. D.
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